Injusticia Infinita*
La nueva guerra contra el terror
La evidencia sobre la culpabilidad de Osama
Bin Laden no interesa a Estados Unidos; su
objetivo es establecer su derecho a actuar como
y cuando le dé la gana y fijar con claridad su
credibilidad como matón global
* Noam
Chomsky
Asumo dos condiciones para esta conferencia. La primera,
presumo, un reconocimiento de los hechos: los eventos del 11 de septiembre
fueron una atrocidad horrenda, que causaron, fuera de una guerra, el mayor
número de muertes súbitas en toda la historia.
La segunda tiene que ver con los objetivos. Estamos interesados
en reducir la probabilidad de que crímenes como éste se repitan, sean contra
nosotros o contra otros.
Si ustedes aceptan estas dos presunciones, surge una cantidad
de preguntas, estrechamente relacionadas, que merecen una reflexión.
Las cinco preguntas
La pregunta más importante es ¿qué está sucediendo ahora mismo
y qué podemos hacer al respecto? La segunda tiene que ver con la suposición de
que lo ocurrido el 11 de septiembre es un acontecimiento histórico. Pienso que
es cierto, y debemos preguntarnos ¿exactamente por qué? La tercera se relaciona
con el título de esta charla, La guerra contra el terrorismo: ¿qué es
exactamente esta guerra y qué es el terrorismo? La cuarta tiene que ver con los
orígenes de los crímenes del 11 de septiembre, y la quinta con ¿qué opciones
políticas existen en el combate de esta guerra contra el terrorismo, y en el
trato de las situaciones que la provocaron?
1. ¿Qué está sucediendo en este momento?
Hablaré sobre la situación en Afganistán. De acuerdo con The
New York Times hay entre 7 y 8 millones de personas en ese país al borde de
la inanición. Esto, en realidad, era cierto antes del 11 de septiembre;
sobrevivían gracias a la ayuda internacional. El 16 de septiembre el
Times informó que Estados Unidos exigía de Pakistán la eliminación de los
convoyes de camiones que suministraban gran parte de los alimentos y otras
provisiones a la población civil de Afganistán. Esta información se transmitió
por las radios nacionales en toda Europa el día siguiente y no hubo ninguna
reacción ante la exigencia de que se impusiera la muerte por hambre a millones
de personas.
La amenaza de
ataques aéreos después del 11 de septiembre obligó a desalojar de ese país a los
trabajadores que prestaban ayuda internacional, lo que fracturó los programas en
la materia. Los refugiados que llegaron a Pakistán, después de duros viajes
desde Afganistán, describieron escenas de desesperación y temor en el país,
cuando la amenaza de los ataques dirigidos por Estados Unidos convirtió la
prolongada miseria diaria en una catástrofe potencial. El país colgaba de una
cuerda de salvamento y acabábamos de cortarla, dijo un cooperante al New York
Times Magazine.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU comenzó a funcionar
nuevamente hasta principios de octubre. Se empezó a enviar alimentos, pero a
niveles más reducidos. Como la ONU no tiene personal en Afganistán, el sistema
de distribución fue obstaculizado y se suspendió en cuanto comenzaron los
bombardeos. Así, mientras la entrega de ayuda fluía de nuevo, las agencias
humanitarias criticaban con dureza que Estados Unidos lanzara alimentos vía
aérea, y condenaban estos actos al considerarlos instrumentos de propaganda que
probablemente hacían más daño que bien. Ahora estoy citando al Financial
Times de Londres, pero es fácil continuar.
Después de la primera semana de bombardeos, el NYT
informó que de acuerdo con la ONU pronto habrían 7.5 millones de afganos
necesitando desesperadamente un pedazo de pan, y sólo quedaban unas cuantas
semanas antes de que comenzara el duro invierno, lo cual imposibilitará el
aprovisionamiento de muchas áreas. Y reiteraba que con los bombardeos el nivel
de suministros se había reducido a la mitad de lo que se necesitaba. El mismo
día, Washington rechazó una vez más, con desdén, las ofertas de negociación para
la entrega de Osama Bin Laden, así como la solicitud de que diera evidencias
para sustanciar la exigencia de una capitulación total. Un informador especial
de la ONU del programa de alimentos solicitó a Estados Unidos que suspendiera
los bombardeos para salvar a millones de víctimas. El lunes siguiente, las
principales agencias de ayuda ?Oxfam y Christian Aid? se unieron a ese ruego. No
fue posible encontrar información al respecto en el NYT. Sólo hubo una
línea en el Boston Globe, escondida en una historia sobre otro tópico:
Cachemira.
Todo esto nos indica que está ocurriendo una especie de
genocidio silencioso, y nos brinda la oportunidad de ver lo que es la cultura de
la elite, de la que formamos parte. Los planes y los programas que se están
poniendo en marcha se basan en la suposición de que pueden llevar a la muerte a
varios millones de personas en las próximas semanas con toda tranquilidad, sin
comentarios, como si fuera algo normal, aquí y en buena parte de Europa. No son
en el resto del mundo. En realidad, ni siquiera en gran parte de Europa. Si uno
lee la prensa irlandesa o la de Escocia las reacciones son muy diferentes. Lo
que está sucediendo ahora está ciertamente bajo nuestro control. Podemos hacer
mucho para influir en lo que está sucediendo. Y de eso se trata.
2. ¿Por qué fue un evento histórico? Un ataque al territorio
nacional
Ahora bien, consideremos esta pregunta un poco más en
abstracto, olvidando por el momento que al parecer estamos en medio de un
intento de asesinato de 3 a 4 millones de personas, no talibanes, sino sus
víctimas. Volvamos a la pregunta sobre los históricos acontecimientos que
ocurrieron el 11 de septiembre. Cierto, fue un evento histórico. No por su
dimensión, de la que duele hablar, porque en esos términos no es tan
extraordinario. Dije que probablemente se trata del atentado que produjo el peor
número de víctimas súbitas de cualquier crimen. Y puede ser cierto. Pero por
desgracia hay crímenes terroristas con efectos más prolongados, que son más
extremos. Sin embargo, es un evento histórico porque hubo un cambio. Una
situación radicalmente nueva.
La última vez
que el territorio nacional de Estados Unidos fue atacado e incluso amenazado fue
en 1814, cuando los británicos incendiaron Washington. Han habido otros casos y
es común presentar el de Pearl Harbor, pero no es una analogía válida. Los
japoneses bombardearon bases militares en dos colonias de Estados Unidos, no el
territorio nacional; colonias que habían sido arrebatadas a sus habitantes.
Ahora es el territorio nacional el que ha sido atacado en gran escala. Se pueden
encontrar varios ejemplos marginales, pero éste es único.
Durante cerca de 200 años, Estados Unidos expulsó y exterminó a
la población indígena, a millones de personas; conquistó la mitad de México;
realizó depredaciones en toda la región, en el Caribe, América Central, y
algunas veces más allá. Conquistó Hawai y Filipinas, y para lograrlo mató a
cientos de miles de filipinos. Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos
ha extendido su alcance a todo el mundo utilizando métodos que no precisan
descripción, pero siempre matando a otros, desarrollando batallas en otros
lugares. Las masacres siempre fueron en otros países , no aquí, dentro del
territorio nacional.
En el caso de Europa el cambio es aún más dramático porque su
historia es más horrenda que la nuestra. Somos, básicamente, un vástago de
Europa. Durante cientos de años Europa masacró gente en todo el planeta. Fue así
como conquistó el mundo. Durante este periodo Europa sufrió guerras asesinas,
pero eran asesinos europeos matándose mutuamente. La única razón por la que
terminó la Segunda Guerra Mundial en 1945 fue porque todos comprendieron que la
próxima vez que practicaran ese jueguito sería el fin del mundo. Porque
los europeos, incluyéndonos nosotros, han desarrollado tales armas de
destrucción masiva que ese juego debe acabar. En el siglo XVII, aproximadamente
40 por ciento de toda la población de Alemania fue eliminada en una sola
guerra.
Durante ese periodo de sangrientas matanzas los europeos se
mataron unos a otros, y mataron gente en otras partes. Congo no atacó a Bélgica;
India no atacó a Inglaterra; Argelia no atacó a Francia. Hubo algunas
excepciones, muy pequeñas en escala, casi invisibles en la escala de lo que
Europa y nosotros le hacíamos al resto del mundo.
(El ataque del 11 de septiembre) es el primer cambio de esta
situación. Es la primera vez que se apunta en la dirección contraria, y
probablemente es el motivo por el cual se ven reacciones tan diferentes. El
mundo se ve muy distinto, dependiendo de si uno tiene el látigo en sus manos o
si ha estado recibiendo latigazos durante siglos. Así, pienso que el choque y la
sorpresa en Europa y en sus vástagos son muy comprensibles. Es un evento
histórico pero, por desgracia, no en escala, y es una razón por la que la mayor
parte del resto del mundo lo ve de manera muy diferente. Por qué lo consideran
desde una perspectiva diferente, es algo que debiéramos tratar de
comprender.
3. ¿Qué es la guerra contra el terrorismo?
Ahora veamos ¿qué es la guerra contra el terrorismo?, y una
pregunta adicional: ¿qué es el terrorismo? La guerra contra el terrorismo ha
sido descrita en las altas esferas como una lucha contra una plaga, contra un
cáncer que es propagado por bárbaros, por "oponentes depravados de la
civilización misma". Es un sentimiento que comparto. Pero sucede que estas
palabras son de hace 20 años. Son del presidente Reagan y de su secretario de
Estado. La administración Reagan llegó al poder hace 20 años declarando que la
guerra contra el terrorismo internacional se hallaría en el centro de nuestra
política... y la describió en los términos que mencioné antes. El gobierno de
Reagan reaccionó a esa plaga propagada por oponentes depravados a la
civilización creando una red terrorista internacional extraordinaria, sin
precedente, que realizó masivas atrocidades en todo el mundo.
La guerra contra Nicaragua
Sólo mencionaré un caso, que no es el más extremo pero sí es
incontrovertible gracias a los fallos de las principales autoridades
internacionales: la Corte Internacional de Justicia, la Corte Mundial y el
Consejo de Seguridad de la ONU.
Este caso es
particularmente relevante porque ofrece un precedente sobre cómo un Estado que
respeta el derecho reaccionó ante el terrorismo internacional. Y fue aún más
extremo que los eventos del 11 de septiembre. Estoy hablando de la guerra de
Reagan-EU contra Nicaragua, que causó decenas de miles de muertos y arruinó al
país, tal vez irreparablemente.
Nicaragua reaccionó, pero no lanzando bombas contra Washington
sino llevando el caso a la Corte Mundial, y no tuvo problemas para reunir las
evidencias.
La Corte Mundial aceptó el caso, decidió a su favor, condenó lo
que consideró el "uso ilegal de la fuerza" ?que sólo es otra palabra para
denominar al terrorismo internacional? por parte de EU, y ordenó a Washington
que detuviera el crimen y pagara masivas reparaciones. Estados Unidos rechazó el
fallo y anunció que en lo futuro no aceptaría la jurisdicción de la
Corte.
Entonces Nicaragua acudió al Consejo de Seguridad de la ONU, el
cual adoptó una resolución e hizo un llamado a todos los Estados a respetar el
derecho internacional. No se mencionó a nadie, pero todos comprendieron. Estados
Unidos vetó la resolución.
En la actualidad, Estados Unidos es el único Estado que ha sido
condenado por la Corte Mundial por terrorismo internacional y ha vetado la
resolución del Consejo de Seguridad.
Nicaragua acudió a la Asamblea General de la ONU, donde
técnicamente no existe el derecho a veto pero en el que un voto negativo de
Estados Unidos equivale a un veto. La asamblea aprobó una resolución similar y
sólo se opusieron Estados Unidos, Israel y El Salvador. Lo mismo ocurrió el año
siguiente, pero esa vez Washington sólo pudo conseguir el apoyo de
Israel.
Llegado ese punto, a Nicaragua no le quedó ningún recurso
legal. Había intentado todas las medidas posibles, pero es claro que no
funcionan en un mundo regido por la fuerza.
Sólo fue el comienzo. Estados Unidos respondió a las
resoluciones de la Corte Mundial y del Consejo de Seguridad con una escalada
inmediata de la guerra, decisión compartida, casualmente, por los partidos
Demócrata y Republicano, y los términos de la guerra también fueron alterados.
Por primera vez hubo órdenes oficiales al ejército terrorista de atacar los
denominados "objetivos blandos", es decir, objetivos civiles indefensos, y
mantenerse lejos del ejército nicaragüense.
La contra pudo hacerlo porque Estados Unidos controlaba
totalmente el espacio aéreo de Nicaragua y suministró al ejército mercenario
modernos equipos de comunicación. No se trataba de una guerrilla en el sentido
normal. Recibía instrucciones sobre los desplazamientos de las fuerzas del
ejército nicaragüense, de manera que podía atacar impunemente cooperativas
agrícolas, clínicas sanitarias, etcétera, es decir, objetivos blandos.
Esas eran las órdenes oficiales.
Todo era conocido. Hubo una reacción. La política utilizada fue
considerada como sensata por la opinión liberal de izquierda. Así, Michael
Kinsley, quien representa a la izquierda en la discusión en los medios
oficiales, escribió un artículo en el que dijo que no debiéramos apresurarnos
demasiado en la crítica de esa política, como lo había hecho Human Rights Watch.
Una "política sensata" debe "pasar el test del análisis de costos y
beneficios" ?es decir, el análisis de "la cantidad de sangre y miseria que habrá
que introducir, y la probabilidad de que la democracia emerja por el otro
extremo". La democracia, tal como Estados Unidos comprende la expresión,
ilustrada gráficamente por los países vecinos (a Nicaragua).
Nótese que es axiomático que las elites de Estados Unidos
tienen el derecho de realizar el análisis y el proyecto si pasa sus
tests. Y los pasó. Cuando Nicaragua terminó por sucumbir ante el ataque
de la superpotencia, los comentaristas elogiaron pública y alegremente el éxito
de los métodos utilizados, y los describieron en detalle.
El Time Magazine, por ejemplo, alabó el éxito de los
métodos escogidos "para arruinar la economía y proseguir una larga y mortífera
guerra por encargo, hasta que los nativos exhaustos derribaron por sí mismos el
gobierno indeseado", con un costo "mínimo" para nosotros, dejando a las víctimas
con "puentes destruidos, estaciones eléctricas saboteadas y granjas arruinadas",
dándole así al candidato de Estados Unidos un "tema ganador": "terminar con el
empobrecimiento del pueblo de Nicaragua".
The New York Times, a su vez, publicó una primera plana
que, ante los resultados de esa política, decía: "Estadunidenses unidos en la
alegría".
El terrorismo no es arma de los débiles
La cultura en que vivimos revela varios hechos. Uno es que el
terrorismo funciona. No fracasa. La violencia funciona generalmente. Es la
historia del mundo. En segundo lugar, es un error analítico muy serio decir,
como se hace comúnmente, que el terrorismo es el arma de los débiles. Como otros
medios de violencia, constituye sobre todo un arma de los fuertes. El terrorismo
es considerado arma de los débiles porque los fuertes también controlan los
sistemas doctrinarios y su terror no cuenta como terror.
Esto es casi
universal. No se me ocurre ninguna excepción histórica. Incluso los peores
asesinos en masa ven el mundo de esa manera. Tomemos como ejemplo a los nazis.
No imponían el terror en la Europa ocupada. Estaban protegiendo a la población
local contra el terrorismo de los partisanos. Y como en el caso de otros
movimientos de resistencia, hubo terrorismo. Los nazis realizaban
contraterrorismo. Además, Estados Unidos estuvo esencialmente de acuerdo con
eso.
Después de la guerra, el ejército estadunidense realizó
profundos estudios de las operaciones de contraterrorismo de los nazis en
Europa. Aprendió de ellos y comenzó a realizar operaciones similares, a menudo
contra los mismos objetivos: la antigua resistencia. Pero los militares que
estudiaron los métodos nazis también publicaron interesantes estudios,
criticando tales métodos, a veces, por su ineficiencia: "Ustedes no hicieron
esto bien, pero lo otro sí!" Pero esos métodos fueron importados a este país con
los consejos de los oficiales de la Wehrmacht y se convirtieron en los manuales
de la contrainsurgencia, del contraterrorismo, de la guerra de baja intensidad,
y son los procedimientos que se están utilizando. Así que los nazis no fueron
los únicos que lohicieron. Los dirigentes de la civilización occidental
consideraron que eran acciones correctas y procedieron a hacer lo mismo. El
terrorismo no es arma de los débiles, es el arma de los que están contra
"nosotros", sin importar quiénes sean esos "nosotros".
Cómo vemos el terrorismo
Una indicación interesante sobre la naturaleza de nuestra
cultura, es la forma en la que se considera todo esto. Una forma es simplemente
ocultándolo. Así que casi nadie ha oído hablar del asunto. Y el poder de la
propaganda y la doctrina estadunidenses es tan fuerte que hasta las víctimas
apenas lo saben. Quiero decir, por ejemplo, que cuando se habla de este asunto
con ciudadanos de Argentina, hay que recordárselo. El tema es ocultado
profundamente, y las consecuencias absolutas del monopolio de la violencia
pueden ser muy poderosas en términos ideológicos.
Un aspecto esclarecedor de nuestra propia actitud hacia el
terrorismo es la reacción a la idea de que Nicaragua pudiera haber tenido el
derecho de defenderse. Estudié esto a detalle buscando en bancos de datos. La
idea de que Nicaragua pudiera haber tenido el derecho de defenderse fue
considerada escandalosa. Prácticamente no existe nada en los comentarios de los
medios de comunicación oficiales que indique que Nicaragua podría haber tenido
ese derecho. Y ese hecho fue aprovechado por la administración Reagan y su
propaganda de una manera interesante.
Aquellos que vivieron esa época recordarán que periódicamente
se lanzaban rumores de que los nicaragüenses recibían jets MIG de Rusia. Al
llegar ese punto, los halcones y las palomas se dividían. Los halcones decían:
"Está bien, hay que bombardearlos." Las palomas decían: "Esperemos, hay que ver
si los rumores son ciertos. Y si los rumores son ciertos, hay que bombardearlos
porque constituyen un peligro para Estados Unidos."
¿Por qué iban a obtenerr aviones MIG? Trataron de conseguir
aviones de los países europeos, pero Estados Unidos presionó a sus aliados para
que no les enviaran medios de defensa, porque quería que recurrieran a los
rusos. Recuerden, estaban a sólo dos días de la marcha de Harlingen,
Texas.
En 1985 declaramos una emergencia nacional para proteger el
país contra la amenaza de Nicaragua. Y siguió en vigor. Así que más valía que
consiguieran armas de los rusos. ¿Por qué iban a querer aviones jet? Por las
razones que ya he mencionado. Estados Unidos tenía un control total sobre su
espacio aéreo, volaba sobre éste y lo utilizaba para dar instrucciones al
ejército terrorista con el fin de que pudiera atacar objetivos blandos
sin encontrarse con las tropas nicaragüenses que podrían defenderlos.
Todo el mundo
sabía que éste era el motivo. No iban a utilizar sus jets para otra cosa. Pero
la idea de que se pudiera permitir a Nicaragua defender su espacio aéreo contra
el ataque de una superpotencia que dirigía a fuerzas terroristas era considerada
en Estados Unidos como escandaloso y era una opinión general.
El caso Honduras
Otro ejemplo de cómo vemos el terrorismo ocurre ahora mismo.
Hace dos semanas Estados Unidos designó un embajador ante Naciones Unidos para
conducir la guerra contra el terrorismo. ¿Quién es? Su nombre es John
Negroponte. Fue embajador de Estados Unidos en el feudo de Honduras a principios
de los años 80. Hubo cierto alboroto por el hecho de que debe haber sabido, y
sabía, de los asesinatos en gran escala y de otras atrocidades que estaban
cometiendo las fuerzas de seguridad de Honduras, a las que apoyábamos. Pero eso
es sólo una pequeña parte del asunto.
Como procónsul en Honduras, Negroponte fue el supervisor local
de la guerra terrorista conducida en ese país, por la que su gobierno fue
condenado por la Corte Mundial y por el Consejo de Seguridad, en una resolución
vetada. Y acaba de ser nombrado embajador ante la ONU para conducir la guerra
contra el terror.
Después de que Estados Unidos volvió a apoderarse de Nicaragua
bajo condiciones que fueron gráficamente descritas por la prensa, el país quedó
destruido en los años 80. Desde entonces se ha desmoronado totalmente en casi
todos los sectores. Ahora es el segundo país más pobre del hemisferio.
Lo mismo ocurría en otras partes del mundo. Tomemos por ejemplo
Africa. Sólo durante los años de Reagan, los ataques de Sudáfrica contra los
países vecinos, respaldados por Estados Unidos y Gran Bretaña, causaron cerca de
un millón y medio de víctimas, daños por 60 mil millones de dólares y la
destrucción de países enteros.
Esa fue la primera guerra contra el terror, sobre la que he
dado un pequeño ejemplo. ¿Y se supone que le prestemos atención? ¿O hay algún
motivo para pensar que podría ser relevante? Después de todo no se trata
exactamente de historia antigua. Evidentemente no es así, como se puede deducir
al considerar la actual discusión sobre la guerra contra el terror que ha
constituido el tópico principal del mes pasado.
Haití, Guatemala y Nicaragua
Mencioné que Nicaragua se ha convertido en el segundo país más
pobre del hemisferio. ¿Cuál es el más pobre?, Haití, que es también víctima de
la mayor cantidad de intervenciones estadunidenses en el siglo XX. Lo dejamos
totalmente devastado. Nicaragua está en segundo lugar en el grado de
intervención estadunidense en el siglo XX, y es el segundo más pobre. En
realidad, compite con Guatemala. Se alternan cada uno o dos años como el segundo
país en el nivel de pobreza, y también en cuál es el objetivo principal de las
intervenciones militares de Estados Unidos.
El peor violador de los derechos humanos en los años 90 fue
Colombia, y fue también el principal receptor de ayuda militar de Estados Unidos
para mantener el terror y las violaciones de derechos. En 1999, Colombia
remplazó a Turquía como el principal receptor de armas estadunidenses en todo el
mundo, excluyendo a Israel y Egipto, que están en una categoría especial. Y eso
nos dice mucho más sobre la guerra contra el terror.
¿Por qué recibía Turquía un flujo tan grande de armas de
Estados Unidos? Porque está ubicada estratégicamente, es miembro de la OTAN,
etcétera.
El flujo de armas a Turquía aumentó radicalmente en 1984 y este
hecho nada tuvo que ver con la guerra fría. Rusia se estaba desmoronando.
Y continuó al mismo nivel de 1984 a 1999, cuando se redujo y Colombia pasó a
primer término. ¿Qué sucedió entre 1984 y 1999? En 1984 los turcos lanzaron una
gran guerra terrorista contra los kurdos en el sudeste de Turquía. Entonces
aumentó la ayuda militar de Estados Unidos. Y no se trataba de pistolas, sino de
aviones jet, tanques, entrenamiento militar. Esa ayuda permaneció y se
incrementó a la par que aumentaban las atrocidades durante los años 90. El año
cumbre fue 1997, cuando la ayuda militar de Estados Unidos a Turquía fue
superior a la de todo el periodo entre 1950 y 1983, es decir, durante la
guerra fría, lo que es una indicación de la medida en la que la guerra
fría afectó la política. Los resultados fueron impresionantes. Produjo entre
2 y 3 millones de refugiados, parte de la peor limpieza étnica de fines de los
90; decenas de miles de muertos, y 3 mil 500 ciudades y aldeas destruidas, mucho
más que en Kosovo, a pesar de las bombas de la OTAN. Estados Unidos suministró
80 por ciento de las armas. Dejó de hacerlo en 1999 porque, una vez más, el
terror funcionó, como lo hace usualmente cuando es llevado a cabo por sus
principales agentes, sobre todo los poderosos.
En 1999, el
terror turco, llamado contraterror, funcionó. Por eso Turquía fue remplazada por
Colombia, que no había tenido éxito en su guerra terrorista. Y por eso tuvo que
alcanzar el primer lugar como receptor de armas de Estados Unidos.
Lo que hace esto tanto más pasmoso es que todo sucedía justo en
medio de un inmenso autobombo de los intelectuales occidentales, que
probablemente no tiene parangón en la historia. La masiva autoadulación sobre
cómo por primera vez en la historia somos tan magníficos, cómo defendemos
principios y valores, cómo estamos dedicados a terminar la falta de humanidad
por doquier en esta nueva era. Evidentemente no podemos tolerar atrocidades
cerca de las fronteras de la OTAN. Esto se repitió una y otra vez. Sólo dentro
de las fronteras de la OTAN no nos limitamos a tolerar atrocidades, sino que
contribuimos a ellas. Otra oportunidad de ver lo que es la civilización
occidental y la nuestra, es preguntarse: ¿cuántas veces se discute este tema? Es
un hecho impresionante que un sistema de propaganda se salga con la suya en una
sociedad libre. No creo que se pudiera lograr en un Estado totalitario.
Y Turquía está muy agradecida. Hace algunos días, el primer
ministro Ecevit anunció que Turquía se unirá a la coalición contra el terror con
mucho entusiasmo. En realidad, dijo que contribuiría con tropas, lo que otros no
están dispuestos a hacer, y explicó por qué: "Tenemos una deuda de gratitud con
Estados Unidos porque fue el único país que estuvo dispuesto a contribuir de
manera tan masiva a nuestra propia guerra 'contra-terrorista'", es decir, a
nuestra propia limpieza étnica y nuestras atrocidades y nuestro terror. Otros
países ayudaron un poco, pero se contuvieron.
Estados Unidos, por su parte, contribuyó con entusiasmo y
decisión y pudo hacerlo por el silencio y el servilismo de las clases educadas
que podían averiguar fácilmente lo que sucedía. Después de todo, somos un país
libre. Se pueden leer los informes sobre derechos humanos. Pero preferimos
contribuir a las atrocidades y Turquía está muy contenta, tiene con nosotros una
deuda de gratitud y por eso contribuirá con tropas, al igual que lo hizo durante
la guerra en Serbia.
Turquía fue muy elogiada por utilizar los F16 que le
suministramos para bombardear Serbia, exactamente como lo hizo con los mismos
aviones contra su propia población, hasta el momento en que finalmente logró
aplastar el terror interno. Y como de costumbre, la resistencia incluye terror.
Vale también para la revolución estadounidense. Vale para todos los casos que
conozco. Igual que es verdad que aquellos que tienen un monopolio de la
violencia hablan de sí mismos como si realizaran contraterror.
La coalición
Todo esto es impresionante y tiene que ver con la coalición que
se ha organizado para librar la guerra contra el terror. Es muy interesante ver
cómo se está describiendo dicha coalición. Echemos una mirada al Christian
Science Monitor, uno de los mejores periódicos internacionales, con
verdadera cobertura mundial. Su principal artículo es sobre cómo Estados Unidos
está conduciendo la guerra contra el terror. El primer ejemplo, en realidad el
único, es Argelia. Resulta que Argelia siente mucho entusiasmo por la guerra de
Estados Unidos contra el terror. La persona que escribió el artículo es un
experto en Africa. Debe saber que Argelia es uno de los Estados terroristas más
sanguinarios del mundo, y que ha estado aplicando un terror horrendo contra su
propia población durante los últimos años.
Durante un tiempo, el hecho fue mantenido en secreto. Pero
finalmente fue denunciado en Francia por desertores del ejército argelino. Lo
saben en Francia, Inglaterra y en otros países. Pero aquí estamos muy orgullosos
porque uno de los peores Estados terroristas del mundo saluda con entusiasmo la
guerra de Estados Unidos contra el terror, y en realidad está alentando a
Washington para que dirija la guerra. Lo cual muestra hasta qué punto estamos
haciéndonos populares.
Y si se considera la coalición que se está formando contra el
terror, vemos mucho más. Un miembro destacado de la coalición es Rusia,
deleitada de que Estados Unidos apoye su guerra terrorista asesina en Chechenia
en lugar de criticarla de vez en cuando tras bambalinas. China se une con
entusiasmo. Está deleitada de conseguir apoyo para las atrocidades que está
cometiendo en China occidental contra lo que califica de secesionistas
musulmanes. Turquía está feliz con la guerra contra el terror. Son expertos en
ella. Argelia e Indonesia también están deleitados de tener aún más apoyo
estadunidense para las atrocidades que realizan. Podemos repasar toda la lista
de los Estados que se han unido a la coalición y es bastante impresionante.
Tienen una característica común: están, ciertamente, entre los principales
Estados terroristas del mundo y son dirigidos por el campeón mundial.
¿Qué es el terrorismo?
Esto nos hace retornar a la pregunta ¿qué es el terrorismo? Hay
algunas respuestas fáciles y una definición oficial. Se puede encontrar en el
código de Estados Unidos o en los manuales del ejército estadunidense: terror es
el uso calculado de la violencia o de la amenaza de violencia para lograr
objetivos políticos o religiosos a través de la intimidación, la coerción o la
provocación de miedo. Eso es terrorismo. Es una definición bastante justa y creo
que es razonable aceptarla. El problema es que no puede ser aceptada, porque si
es aceptada, vienen todas las consecuencias erróneas. Por ejemplo, las que acabo
de mencionar.
Hay ahora mismo un importante esfuerzo en la ONU para tratar de
desarrollar un tratado exhaustivo sobre el terrorismo. Cuando Kofi Annan recibió
el premio Nobel se informó que había dicho que deberíamos de dejar de perder el
tiempo con el tema y poner manos a la obra.
Pero
existe un problema. Si se utiliza la definición oficial de terrorismo, se
llegará a resultados desacertados. No se puede proceder así. Si se lanza un
vistazo a la definición de guerra de baja intensidad, que es una política
oficial de Estados Unidos, se ve que es una paráfrasis muy próxima de lo que
acabo de leer. En realidad, una guerra de baja intensidad es simplemente otro
nombre para el terrorismo. Es el motivo por el cual todos los países denominan
todo acto horrendo que cometen contraterrorismo. Sucede que nosotros lo llamamos
contrainsurgencia o guerra de baja intensidad. No podemos utilizar la verdadera
definición. Tenemos que encontrar cuidadosamente una definición que no lleve a
consecuencias indeseadas.
Hay varios problemas adicionales. Algunos se presentaron en
diciembre de 1987. La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución
muy enérgica contra el terrorismo, condenando la plaga en términos muy firmes,
llamando a todos los Estados a combatirla por todos los medios. Fue aprobada por
unanimidad. Un país, Honduras, se abstuvo. Dos naciones, las de costumbre,
votaron en contra: Estados Unidos e Israel. ¿Por qué iban a votar Estados Unidos
e Israel contra una importante resolución condenando enérgicamente el
terrorismo, en realidad utilizando en gran parte los mismos términos que estaban
siendo usados por la administración Reagan? Hay una razón. Existe un párrafo que
dice que nada en esa resolución infringe los derechos de los pueblos que luchan
contra regímenes racistas y colonialistas o contra la ocupación militar
extranjera, a continuar con su resistencia con la ayuda de otros Estados
extranjeros, en su justa causa. Estados Unidos e Israel no pueden aceptar algo
semejante. La razón principal por la que no lo podían permitir en esa época era
Africa del Sur, un país calificado oficialmente de aliado. Había una fuerza
terrorista en Africa del Sur. Se llamaba Congreso Nacional Africano.
Oficialmente, constituía una fuerza terrorista. Africa del Sur, al contrario,
era un aliado y, evidentemente no se podía apoyar las acciones de un grupo
terrorista que luchaba contra un régimen racista. Sería algo imposible.
Hay otro caso. El de los territorios ocupados por Israel desde
hace 35 años. Apoyado sobre todo por Estados Unidos para impedir una solución
diplomática desde hace 30 años. En esa época había otro motivo. Israel estaba
ocupando el sur de Líbano y encontraba la resistencia de lo que Estados Unidos
llama una fuerza terrorista, Hezbolá, que finalmente logró expulsar a Israel de
Líbano. Y no podemos permitirle a nadie que luche contra una ocupación militar,
cuando la apoyamos. Por eso Estados Unidos e Israel tuvieron que votar contra la
principal resolución de la ONU contra el terrorismo. Como dije antes, un voto de
Estados Unidos en contra es esencialmente un veto.
Así que nada de todo esto fue publicado, y nada de esto ha
aparecido en los anales del terrorismo. Si uno mira los trabajos de gran
erudición sobre el terrorismo, no se ve nada de lo que acabo de mencionar. La
razón es que los que tienen los fusiles no son los que quisiéramos. Hay que
afinar cuidadosamente las definiciones y la erudición para llegar a las
conclusiones correctas; de otra manera no constituye una erudición respetable y
un periodismo honorable. Los problemas de este tipo son los que obstaculizan los
esfuerzos por desarrollar un tratado exhaustivo contra el terrorismo. Tal vez
debemos convocar a una conferencia académica o algo parecido para tratar de ver
si podemos descubrir una manera de definir el terrorismo, que produzca
exactamente las respuestas que nos gusten, no las otras. No será fácil.
4. ¿Cuáles son los orígenes del crimen del 11 de
septiembre?
Bien, pasemos a la cuarta pregunta: ¿Cuáles son los orígenes de
los crímenes del 11 de septiembre? Aquí debemos hacer una distinción entre dos
categorías, que no debieran confundirse. Una se refiere a los agentes directos
del crimen. La otra es una especie de reserva de simpatía, a veces apoyo, que
provoca incluso entre gente que se opone fuertemente a los criminales y a sus
acciones. Y éstas son dos cosas muy diferentes.
Categoría 1: los probables perpetradores
No tenemos
bien claro quiénes cometieron los atentados. Estados Unidos no puede o no quiere
presentar evidencias que tengan sentido. Hubo una especie de obra de teatro hace
una o dos semanas, en la que se había previsto que Tony Blair las presentaría.
No sé exactamente cuál era el propósito. Tal vez era para que Estados Unidos
apareciera como si estuviera reteniendo alguna evidencia que no podía revelar, o
para que Tony Blair pudiera representar algunas poses churchillianas o algo así.
Sean cuales fueren las razones de relaciones públicas, Blair hizo una
presentación que en círculos serios fue considerada absurda y apenas fue
mencionada. Por ejemplo, en The Wall Street Journal, uno de los
periódicos más serios, hubo un pequeño artículo, en el que señalaba que no hubo
mucha evidencia y luego citaron a algún alto funcionario estadunidense que dijo
que no importaba si había pruebas, porque de todas maneras lo iban a hacer. Así
que para ¿qué preocuparse por la evidencia?
La prensa más ideológica, como The New York Times y
otros, publicó grandes titulares en primera plana. Pero la reacción de The
Wall Street Journal fue razonable y si se considera la llamada evidencia, se
ve por qué. Pero supongamos que fuera cierta. Me sorprende cuán débil era la
evidencia. Pienso que se podría hacer algo mejor sin ningún servicio de
inteligencia. En realidad, recuerden que esto fue después de semanas de la
investigación más intensiva en la historia de todos los servicios de
inteligencia del mundo occidental, trabajando horas extra, tratando de juntar
algo. Se trataba de un caso de presunciones de hecho, un caso muy sólido incluso
antes de que se tuviera algo. Y terminó más o menos donde comenzó, con un caso
de presunciones de hecho. Así, supongamos que es verdad, que lo que parecía
obvio el primer día aún lo sigue siendo, que los verdaderos perpetradores venían
de las redes islámicas radicales, llamadas aquí fundamentalistas, de las que la
organización de Bin Laden es, sin duda, parte importante. Si estaban implicadas
o no, nadie lo sabe. En realidad eso no tiene gran importancia.
¿De dónde vinieron? Sabemos todo al respecto. Nadie sabe eso
mejor que la CIA, porque los ayudó a organizarse y los amamantó durante mucho
tiempo. Efectivamente, la CIA y sus asociados de otras partes: Pakistán, Gran
Bretaña, Francia, Arabia Saudita, Egipto, China, los reunieron en los años 80.
La idea era tratar de hostigar a los rusos, el enemigo común. Según el consejero
de seguridad nacional del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski, Estados Unidos
comenzó a participar a mediados de 1979. Rusia invadió Afganistán en diciembre
de 1979. Según Brzezinski, el apoyo de Estados Unidos para los mujaidines que
combatían al gobierno comenzó seis meses antes. Está muy orgulloso de ello. Dice
que atrajimos a los rusos a la trampa afgana, apoyando a los mujaidines,
provocando su intervención, introduciéndolos en la trampa. Logramos desarrollar
ese increíble ejército mercenario. Nada insignificante, tal vez unos 100 mil
hombres, reuniendo a los mejores asesinos que logramos encontrar: fanáticos
islamistas radicales de Africa del Norte, Arabia Saudita, de cualquier lugar
donde podíamos encontrarlos. A menudo los llamaban los afganis, aunque muchos de
ellos, como Bin Laden, no eran afganos. Fueron traídos por la CIA y sus amigos
de otras partes. No sé si Brzezinski dice la verdad o no. Pudo haber estado
alardeando. Pero tal vez sea cierto. Algún día lo sabremos si publican los
documentos. En enero de 1980 ya no cabía duda alguna de que Estados Unidos
estaba organizando a los afganis y esa masiva fuerza militar para tratar de
causar el máximo de problemas a los rusos. Era legítimo que los afganos
combatieran contra la invasión rusa. Pero la intervención de Estados Unidos no
estaba ayudando a los afganos. En realidad, ayudó a destruir el país y mucho
más. Los llamados afgani se salieron con la suya. Obligaron a los rusos a
retirarse, aunque muchos analistas creen que probablemente retardaron su
retirada porque, desde antes, estaban buscando la manera de irse. De todas
maneras, como sea, se retiraron.
Mientras
tanto, las fuerzas terroristas que la CIA estaba organizando, armando y
entrenando continuaron con su propia agenda. No era nada secreto. Uno de sus
primeros actos fue en 1981, cuando asesinaron al presidente de Egipto, que fue
uno de sus creadores más entusiastas. En 1983, un atacante suicida ?que puede o
no haber estado conectado con ellos, eso es bastante oscuro, nadie lo sabe? hizo
salir a los militares estadunidenses de Líbano. Y la cosa continuó. Estados
Unidos logró movilizarlos para que combatieran por su causa, pero mientras
estaban haciendo lo suyo. Sabían muy bien a dónde iban. Después de 1989, cuando
los rusos se habían retirado, simplemente se volcaron en otras direcciones.
Desde entonces han estado luchando en Chechenia, China occidental, Bosnia,
Cachemira, el sudeste asiático y Africa del Norte, entre otras partes.
Nos dicen exactamente lo que piensan. Estados Unidos quiere
silenciar el único canal de televisión libre en el mundo árabe, porque está
emitiendo toda una gama de opiniones desde Colin Powell a Osama bin Laden. Así
que Estados Unidos se está uniendo ahora a los regímenes represivos del mundo
árabe para tratar de clausurarlo. Pero si uno escucha lo que dice Bin Laden,
vale la pena. Si no se quiere escuchar su propia voz, hay numerosas entrevistas
realizadas por importantes reporteros occidentales, entre otros Robert Fisk. Lo
que ha dicho es bastante consecuente. No es el único, pero tal vez sea el más
elocuente. No sólo ha sido sólo consecuente desde hace tiempo, también es
consecuente en sus acciones. Existen todas las razones del mundo para tomarlo en
serio.
Sus enemigos principales son los que denomina regímenes
autoritarios, corruptos y opresivos del mundo árabe, y cuando dice eso, tiene
bastante resonancia en toda la región. También quieren remplazarlos por
auténticos gobiernos islamistas. Y ahí es donde pierden el apoyo de la gente de
la zona. Pero hasta ese momento, lo apoyan. Desde su punto de vista, incluso
Arabia Saudita, el Estado fundamentalista más extremo del mundo ?supongo que
fuera de los talibán, que es su vástago?, tampoco es suficientemente islamista.
También quieren defender a los musulmanes en todas partes. Odian a los rusos
como si fueran veneno, pero en cuanto los rusos se retiraron de Afganistán,
dejaron de realizar actos terroristas en Rusia, como lo había hecho con respaldo
de la CIA antes, dentro de Rusia, no sólo en Afganistán. Se trasladaron a
Chechenia. Pero ahí están defendiendo a los musulmanes contra una invasión rusa.
Al igual que en los otros sitios que he mencionado. Desde su punto de vista,
están defendiendo a los musulmanes contra los infieles. Eso lo tienen muy claro
y es lo que han estado haciendo.
¿Por qué se pusieron contra Estados Unidos? Eso tuvo que ver
con lo que consideran una invasión de Arabia Saudita por parte de Estados
Unidos. En 1990 Estados Unidos estableció bases militares permanentes en Arabia
Saudita, lo que desde su punto de vista es comparable con la invasión rusa de
Afganistán, con la excepción de que Arabia Saudita es mucho más importante. Ahí
se encuentran los sitios más sagrados de Islam. Y éste es el motivo por el cual
sus actividades se volvieron contra Estados Unidos. En 1993 trataron de hacer
volar el World Trade Center. Lo lograron en forma parcial, no completamente, y
eso era sólo una parte de sus planes. Querían volar el edificio de la ONU, los
túneles Holland y Lincoln, el edificio de la FBI. La lista era más larga. Una
persona que está en la cárcel por ese atentado es un clérigo egipcio que había
entrado a Estados Unidos a pesar de las objeciones del Servicio de Inmigración,
gracias a la intervención de la CIA, que ayudó a su amigo. Dos años más tarde
hizo volar el World Trade Center. Y eso ha estado ocurriendo en todos los
sentidos. No voy a repasar toda la lista, pero si se quiere comprender, todo
concuerda. Es un cuadro consistente. Está descrito en palabras. Se ha revelado
en la práctica durante 20 años. No hay razón para no tomarlo en serio.
Categoría 2: ¿Base de apoyo?
¿Cuál es la base de apoyo? No es difícil descubrir en qué
consiste. Una de las cosas buenas que han ocurrido desde el 11 de septiembre es
que un sector de la prensa comenzó a revelar algunas de estas cosas. El mejor,
que yo sepa, es The Wall Street Journal, que de inmediato comenzó a
publicar informes serios sobre las razones por las que la gente de la región,
aunque odia a Bin Laden, y a pesar de todo lo que está haciendo, lo sigue
apoyando en muchos sentidos e incluso lo considera como la conciencia de Islam.
Ahora bien, The Wall Street Journal y otros no auscultan la opinión
pública. Están auscultando la opinión de sus amigos: banqueros, profesionales,
abogados internacionales, empresarios ligados a Estados Unidos, gente que
entrevistan en restaurantes MacDonald, que allá son sitios elegantes, portando
exquisitas vestimentas estadunidenses. Esa es la gente que han estado
entrevistando, porque quieren descubrir cuáles son sus actitudes. Sus actitudes
son muy explícitas y claras, y de muchas maneras concordantes con el mensaje de
Bin Laden y otros. Están furiosos con Estados Unidos por su apoyo a regímenes
autoritarios y brutales; su intervención para bloquear cualquier tendencia hacia
la democracia; su intervención para detener el desarrollo económico; sus
políticas de devastación de las sociedades civiles de Irak, mientras fortalecen
a Saddam Hussein, y recuerdan, aunque nosotros preferimos no hacerlo, que
Estados Unidos y Gran Bretaña apoyaron a Hussein durante sus peores atrocidades,
incluyendo el asesinato con gas de los kurdos; Bin Laden recuerda esos actos
constantemente, y lo saben aunque nosotros no lo queramos saber. Y desde luego,
el apoyo a la ocupación militar israelí, dura y brutal, que ya lleva 35 años.
Estados Unidos ha estado proveyendo un abrumador apoyo económico, militar y
diplomático para posibilitar esa ocupación, y sigue haciéndolo. Lo saben y no
les gusta. Especialmente cuando se combina con la política de Estados Unidos
hacia la sociedad civil iraquí que está siendo destruida. Esas son básicamente
las razones. Y cuando Bin Laden da esas razones, la gente lo reconoce y lo
apoya.
Esa no es la
manera como la gente de acá quiere ver las cosas, por lo menos no la opinión
liberal educada. Les gusta la línea que es repetida por toda la prensa, y sobre
todo por los liberales de izquierda. No he hecho un verdadero estudio, pero
pienso que la opinión de derecha ha sido, generalmente, más honesta. Pero si uno
considera, por ejemplo, el New York Times, las cosas cambian. En la
primera columna de opinión que publicó ese diario, la de Ronald Steel, un
intelectual liberal serio de izquierda, se pregunta "¿Por qué nos odian? Nos
odian porque abogamos por un nuevo orden mundial de capitalismo, individualismo,
secularismo y democracia, que debiera ser la norma por todas partes. Por eso nos
odian." El mismo día, The Wall Street Journal pasó revista a las
opiniones de banqueros, profesionales, abogados internacionales, que dijeron:
"miren, los odiamos porque ustedes están bloqueando la democracia, ustedes están
impidiendo el desarrollo económico, ustedes están apoyando regímenes brutales,
regímenes terroristas y ustedes están cometiendo cosas horribles en la
región".
Dos días más tarde, Anthony Lewis, ubicado bien a la izquierda,
explicó que el terrorista sólo busca el "nihilismo apocalíptico", y no importa
qué es lo que hagamos. La única consecuencia de nuestras acciones que podría ser
dañina, dice, es que podría dificultar el que los árabes se unan al esfuerzo de
la coalición contra el terrorismo. Pero fuera de eso, todo lo que hagamos es
irrelevante. Bueno, por lo menos es algo reconfortante. Hace que nos sintamos
bien y que nos digamos lo maravillosos que somos. Nos posibilita evadir las
consecuencias de nuestras acciones. Pero tiene un par de defectos. Uno es que no
tiene nada que ver con todo lo que sabemos. Y otro es que es la manera perfecta
de asegurarse de que escalemos el ciclo de la violencia.
Si uno quiere vivir con los ojos cerrados y pretender que nos
odian porque se oponen a la globalización, ese sería el motivo por el que
asesinaron a Sadat hace 20 años, porque combatieron contra los rusos o trataron
de volar el World Trade Center en 1993. Y se trata de gente que está en medio de
la globalización corporativa, pero si uno quiere creer eso, es reconfortante. Y
es una forma de asegurarse que la violencia escale. Es una violencia tribal:
"Ustedes me hicieron algo. Yo les haré algo peor. No me importa cuáles son los
motivos. Seguiremos por ese camino." Y es una forma de hacerlo. Es clara la
opinión liberal de izquierda.
5. Las opciones políticas
¿Cuáles son las opciones políticas? Hay una multitud. Una
opción política estrecha desde el principio fue seguir el consejo de radicales
extremos como el Papa. El Vaticano dijo de inmediato: "Miren, se trata de un
horrible crimen terrorista." En el caso de un crimen, uno trata de encontrar a
los perpetradores, los presenta a la justicia y los juzga. No se mata a civiles
inocentes. Es como si alguien roba en mi casa y pienso que el que lo hizo vive
en el vecindario al otro lado de la calle. No salgo con un fusil de asalto a
matar a todos en ese vecindario. No es la forma como se enfrenta el crimen, sea
un crimen pequeño o uno realmente masivo como el de la guerra terrorista de
Estados Unidos contra Nicaragua, o incluso crímenes peores. Y hay numerosos
precedentes que vienen al caso.
Cuando el Ejército Republicano Irlandés colocó bombas en
Londres, fue un asunto bastante serio. Gran Bretaña podría haber respondido
bombardeando Boston, que es la principal fuente de financiamiento del IRA. Y
desde luego, arrasando Belfast occidental. Ahora bien, fuera de la factibilidad,
hubiera sido una idiotez criminal. El camino fue: buscar a los perpetradores,
juzgarlos y buscar los motivos que lo animaron. Porque esas cosas no vienen de
ninguna parte. Ocurren por alguna razón. Acaso se trate de un crimen en las
calles o de un monstruoso crimen terrorista, o de algo diferente. Hay motivos. Y
usualmente, si se consideran los motivos, algunos son legítimos y debieran ser
considerados.
Pero eso presenta problemas. Un problema es que Estados Unidos
no reconoce la jurisdicción de algunas instituciones internacionales. Así que no
podemos recurrir a ellas. Ha rechazado la jurisdicción de la Corte Mundial. Se
ha negado a ratificar la Corte Penal Internacional. Es suficientemente poderoso
para establecer una nueva corte, si quiere hacerlo. Pero hay un problema con
cualquier tipo de corte, sobre todo que se requiere evidencia. Para ir a
cualquier clase de corte, se requiere alguna clase de evidencia. No a Tony Blair
hablando por televisión. Y eso sí que es difícil. Puede ser imposible de
encontrar.
Resistencia sin dirigentes
Saben que la gente que lo hizo se mató. Nadie lo sabe mejor que
la CIA. Son redes descentralizadas, no jerárquicas. Siguen un principio
denominado resistencia sin dirigentes, que fue desarrollado por los terroristas
de la derecha cristiana en Estados Unidos. Se trata de pequeños grupos que
realizan actos. No hablan con nadie más. Existe una especie de antecedentes
generales de suposiciones, y la cosa se hace. En realidad, la gente en el
movimiento contra la guerra está bastante familiarizada con el tema. Solíamos
llamarlos grupos de afinidad. Si uno supone correctamente que el grupo al que
uno pertenece está siendo penetrado por la FBI, cuando algo serio está
sucediendo, no se hacen las cosas en una reunión. Se hacen con personas que uno
conoce y en las que confía, un grupo de afinidad que no puede ser infiltrado. Es
una de las razones por las que la FBI nunca logró descubrir lo que sucedía en
los movimientos populares. Y lo mismo vale para otras agencias de inteligencia.
No pueden. Eso es resistencia sin dirigentes o grupos de afinidad, y las redes
descentralizadas son muy difíciles de infiltrar. Cuando Osama Bin Laden pretende
que no estuvo implicado, es posible que así sea. En realidad es bastante difícil
imaginar cómo un individuo que vive en una cueva en Afganistán, que ni siquiera
tiene radio o teléfono, podría haber planificado una operación altamente
sofisticada. Lo probable es que forme parte del fondo. Como en otros grupos
terroristas de resistencia sin dirigentes. Lo que significa que va a ser
extremadamente difícil encontrar pruebas.
Y Estados
Unidos no quiere presentar pruebas porque quiere poder actuar sin tenerla. Es la
parte crucial de nuestra reacción. Nótese que Estados Unidos no pidió la
autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, que probablemente habría
recibido este caso, no por hermosas razones, sino porque los otros miembros
permanentes de dicho consejo también son Estados terroristas. Están contentos de
unirse a una coalición contra lo que llaman el terror, concretamente en apoyo de
su propio terror. Así que Estados Unidos probablemente habría obtenido la
autorización del Consejo de Seguridad, pero no la quería. Y no la quería porque
sigue un principio que viene de largo, que no es de George Bush, que fue algo
explícito en la administración Clinton, articulado y aun mucho más antiguo: el
derecho de actuar unilateralmente.
No queremos autorización internacional porque actuamos
unilateralmente y por ello no la deseamos. No nos preocupan la evidencia ni la
negociación. No nos preocupan los tratados. Somos el más fuerte del mundo; el
perdonavidas más duro del barrio. Hacemos lo que nos da la gana. Una
autorización es algo malo y hay que evitarla. Hay incluso un nombre para esta
conducta en la literatura técnica, se llama establecer credibilidad. Es un
factor importante en muchas políticas. Fue la razón oficial dada para la guerra
en los Balcanes y la razón más plausible.
Si quieren saber lo que significa credibilidad, pregúntenle a
su capo preferido de la mafia. El les explicará lo que significa
credibilidad. Y es lo mismo en los asuntos internacionales, excepto que se
discute en las universidades utilizando grandes palabras. Pero es básicamente el
mismo principio. Tiene sentido y generalmente funciona. El principal historiador
que ha escrito sobre esto en los últimos años es Charles Tilly, en un libro
titulado Coerción, capital y los Estados europeos. Señala que la
violencia ha sido el principio fundamental de Europa durante siglos y la razón
es que funciona, si se tiene una predominancia abrumadora de la violencia y una
cultura de la violencia que la respalda. Por eso tiene sentido seguirla. Todos
estos son problemas que se presentan cuando se siguen caminos legales. Y si
usted tratara de seguirlos, abriría verdaderamente algunas puertas muy
peligrosas. Como la de Estados Unidos exigiendo que los talibán entreguen a
Osama Bin Laden. Y ellos responderán de una manera que se considera totalmente
absurda y extravagante en Occidente, porque dicen: "está bien, pero primero
denos alguna evidencia. En Occidente eso se considera absurdo. Es un signo de su
criminalidad.
Haití
Esto es fácil de probar. No tenemos que inventar casos. Por
ejemplo, en los últimos años Haití ha solicitado a Estados Unidos que extradite
a Emmanuel Constant, un asesino importante. Es uno de los principales
responsables de la matanza de unas 4 mil o 5 mil personas a mediados de los años
90, bajo la junta militar, que casualmente estaba siendo apoyada por las
administraciones Bush y Clinton. Tienen muchas evidencias. En esa materia no hay
problemas. Ya ha sido juzgado y condenado en Haití y las autoridades piden a
Estados Unidos que lo entregue. Bien, quiero que ustedes realicen su propia
investigación. Vean cuánto se ha discutido el tema. Haití renovó el pedido hace
dos semanas. Pero el caso ni siquiera fue mencionado. ¿Por qué vamos a entregar
a un asesino convicto responsable del asesinato de 4 mil o 5 mil personas hace
dos años? En realidad, si lo entregáramos, quién sabe lo que diría. Tal vez
diría que estaba siendo financiado y ayudado por la CIA, lo que probablemente es
cierto. No queremos abrir esa puerta. Y no es el único caso.
Costa Rica
Quiero decir que durante unos 15 años, Costa Rica, que se ha
llevado el premio de la democracia, ha estado tratando de que Estados Unidos le
entregue a John Hull, un propietario de tierras en Costa Rica al que acusan de
crímenes terroristas. Estaba utilizando la tierra, aseguran con bastante
evidencia, como una base para la guerra de Estados Unidos contra Nicaragua, lo
que no es una conclusión controvertible. La Corte Mundial y el Consejo de
Seguridad la respaldan. Así que tratan de conseguir que Estados Unidos lo
entregue. ¿Han oído hablar del tema? No.
En realidad confiscaron las tierras de otro terrateniente
estadunidense, John Hamilton. Pagaron una compensación y convirtieron sus
terrenos en parque nacional, porque esas tierras también estaban siendo
utilizadas como base para el ataque de Estados Unidos contra Nicaragua. Costa
Rica fue castigada por hacerlo. Fueron castigados mediante la retención de la
ayuda: "No aceptamos ese tipo de insubordinación de nuestros aliados." Podemos
continuar, y si se abre la puerta a preguntas sobre extradición, nos conducirá
en direcciones muy desagradables.
¿Y qué pasa con las reacciones en Afganistán? La retórica
inicial hablaba de un ataque masivo que mataría visiblemente a mucha gente y
también de un ataque contra otros países en la región. Bien, la administración
Bush se apartó sabiamente de esa idea. Todos los dirigentes extranjeros, la
OTAN, los especialistas, y supongo que también sus propias agencias de
inteligencia, le dijeron que sería la cosa más estúpida que podrían hacer.
Simplemente sería como si abrieran oficinas de reclutamiento para Bin Laden en
toda la región. Es exactamente lo que quiere. Y sería extremadamente dañino para
sus propios intereses. Así que se apartaron de esa idea, y se están orientando
hacia lo que describí antes: una especie de genocidio silencioso.
Una
propuesta sensata está a punto de ser considerada: que haya una iniciativa de la
ONU que reúna a afganos expatriados o a supuestos dirigentes tribales del
interior, que mantendría totalmente fuera del asunto a rusos y estadounidenses.
Son los dos países que prácticamente han borrado al país del mapa en los últimos
20 años. Deben permanecer fuera del asunto y pagar indemnizaciones. Pero es su
único papel. Es concebible que una iniciativa de la ONU para reunir a elementos
del interior de Afganistán, que podría tratar de construir algo sobre las
ruinas, funcionaría, con mucho apoyo y ninguna interferencia. Si Estados Unidos
insiste en controlar el proceso, igual podríamos abandonarlo. Tenemos una
experiencia histórica al respecto.
Recordarán que al principio el nombre de esta operación iba a
ser una Cruzada, pero lo dejaron de lado porque los agentes de relaciones
públicas les dijeron que no funcionaría. Después iba a ser Justicia Infinita,
pero los agentes de relaciones públicas les dijeron: "esperen un momento,
ustedes suenan como si fueran una divinidad". Así que no funcionaría. Y entonces
lo cambiaron a Libertad Duradera. Sabemos lo que significa. Pero nadie ha
señalado hasta ahora, por suerte, que eso contiene una ambigüedad (Endure =
durar en inglés, también significa soportar, aguantar dolor o sufrimiento,
N.d.T). Endure implica sufrir. Y hay mucha gente en el mundo que ha sufrido lo
que llamamos libertad. Por suerte tenemos a una clase educada de excelente
comportamiento, así que nadie ha señalado esa ambigüedad.
Un camino fácil para reducir el nivel del
terror
Queremos reducir el nivel del terror, no escalarlo, y un camino
fácil para lograrlo es dejar de participar en el terror. Eso reduciría
automáticamente el nivel del terror. Pero eso no puede ser discutido. Bueno,
debemos hacer posible que se discuta la idea. Así que esa es una manera fácil de
reducir el nivel del terror.
Fuera de eso, debemos repensar el tipo de políticas, y
Afganistán no es la única, con las que organizamos y entrenamos a ejércitos
terroristas. Tienen consecuencias, y estamos viendo algunas ahora. Un caso es el
11 de septiembre. Repiénsenlo.
Repiensen las políticas que están creando una base de apoyo.
Exactamente lo que banqueros y abogados están diciendo en sitios como Arabia
Saudita. En las calles las opiniones son mucho más amargas, como se pueden
imaginar. Es posible. Esas políticas no son eternas.
Y además hay oportunidades. Es difícil encontrar muchos rayos
de luz en las últimas semanas, pero uno es que hay más franqueza. Muchos temas
están siendo discutidos en los círculos de la élite y entre el público en
general. Este no era el caso hace dos semanas. Si un periódico como USA
Today puede publicar un excelente artículo, un artículo serio, sobre la vida
en la franja de Gaza, es que ha habido un cambio. Las cosas que mencioné,
publicadas en The Wall Street Journal, son otro cambio. Y creo que en el
público en general hay mucha más franqueza y disposición a pensar sobre cosas
que estaban ocultas bajo la alfombra. Son oportunidades y deben ser
aprovechadas, por lo menos por la gente que acepta el objetivo de tratar de
reducir el nivel de violencia y terror, incluyendo amenazas potenciales que son
extremadamente severas y que podrían hacer que el 11 de septiembre pareciera
nimio.
* En este Perfil se publica una versión editada del
discurso pronunciado por Noam Chomsky en el Massachusetts Institute of
Technology el 18 de octubre de 2001, transcrito por Z
Magazine
www.zmag.org Traducción: Germán
Leyens
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