Terrorismo
México: el antrax y el hambre

Editorial del diario La Jornada
En días recientes, a raíz de los casos de ántrax registrados en diversos puntos de Estados Unidos, se ha desatado en nuestro país una oleada de falsas alarmas sobre presuntos intentos por propagar esa enfermedad mediante sobres o paquetes misteriosos que en ningún caso han resultado portadores de la espora correspondiente.

Independientemente de las razones para la inquietud que puedan existir en el país vecino ante posibles ataques bacteriológicos, en el contexto de la crisis desatada por los atentados del 11 de septiembre y de la guerra contra un enemigo invisible e indefinible, como lo es el "terrorismo internacional", la importación de las preocupaciones fundadas o de las paranoias estadunidenses y su propagación en la sociedad mexicana es, a todas luces, una barbaridad y un atentado, sí, pero contra el sentido común.

La población de nuestro país no tiene motivos para convertirse en objetivo de ataques bacteriológicos ni para sentirse amenazada por una posibilidad semejante. Ciertamente, esa reconfortante certeza podría desvanecerse si el actual gobierno se empeña en uncir a nuestro país a la ofensiva de Washington contra la organización integrista que supuestamente organizó los atentados del 11 de septiembre y contra el país que le da asilo, pero hasta ahora no hay motivo para hundir a los mexicanos en una zozobra permanente por presunta propagación intencionada de epidemias. Pero lo que podría ser un rumor popular sin consecuencias o hasta una leyenda urbana, ha sido convertido, de forma artificial e indebida, en un tema central para la opinión pública.

Parte de la responsabilidad corresponde a las autoridades federales y locales, las cuales han sobredimensionado el asunto, han ofrecido conferencias de prensa y han anunciado la conformación de comités y comisiones interinstitucionales para hacer frente a un problema inexistente. Los medios informativos, por su parte, no han dudado en lucrar con la inquietud de la población y han dado al tema del ántrax en México la cobertura noticiosa que correspondería a una emergencia real.

Es deplorable que la atención, la tinta, el tiempo aire y los recursos públicos y privados que se emplean en especular sobre presuntos ataques bacteriológicos en nuestro país no se empleen en resolver alguno de los múltiples problemas reales de salud pública que padece la población mexicana: por ejemplo, desnutrición, tuberculosis, sida, alcoholismo, hipertensión o cáncer en alguna de sus múltiples variedades; todos ellos causan diariamente decesos reales; en cambio, el ántrax sólo existe, por hoy, en la mente de periodistas y funcionarios